Como todos los contratos, los de Amor también traen «letra chica». Para empezar, hay un nombre más bonito en lugar de contrato: alianza. Y cada vez que tomamos la decisión de amar a alguien (a nosotros mismos, a nuestros padres, hermanos y demás familiares, a nuestros amigos… a nuestra pareja, a Dios), establecemos una alianza con esta persona. Solo que no siempre somos conscientes de las condiciones de la alianza -es decir, no leemos la letra chica del contrato-. Y tampoco solemos ser conscientes de los frutos que podemos cosechar de las relaciones de amor sanas, honestas, sinceras y bien cultivadas.
En esta jornada de senderismo, la última del 2025, pusimos la mirada en estos dos aspectos: las exigencias de una alianza de amor, y sus frutos. Y lo hicimos de una manera sencilla, tranquila, con oportunidades para contemplar la naturaleza y reflexionar sobre aspectos concretos de nuestra realidad, y también con chances de compartir nuestras conclusiones, ideas y descubrimientos con nuestros compañeros de camino.
Al final de la jornada teníamos varias palabras sumamente importantes arraigadas en el corazón, con el potencial de dar muchísimo fruto en cada uno de nosotros: Amor verdadero, alianza, fidelidad y obediencia.
