Las hermanas acogen a las niñas pequeñas que son abandonadas y expuestas a un futuro incierto y una muerte prematura inminente. Les ofrecen un lugar donde vivir, les dan alimento, ropa, y cuidan su salud. Aprenden a coser y elaborar vestidos, a cultivar la tierra para producir la mayor parte de su propio alimento, y también reciben educación, que puede llegar incluso a nivel universitario. Por supuesto, también reciben el regalo de la fe cristiana. En otras palabras, la fundación les ofrece un hogar, una familia, un futuro.
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