Para empezar, el mero hecho de nacer niñas (y no niños) ya es una causa de abandono, destierro, e incluso de muerte, pues muchas mamás abortan sus hijas en cuanto comprenden que no darán a luz un varón. Es cuestión de cultura, y de una dura realidad en la que las mujeres son altamente discriminadas, maltratadas, despreciadas y echadas a un lado. Y claro, también hay otros factores, pues cada persona tiene una historia que contar.
En este contexto aparece la fundación que apoyamos, y que es dirigida por Hermanas Carmelitas españolas.